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Ya son seis las familias que ha recibido el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos (Madrid), en el marco del Programa de Acogida e Integración para Solicitantes y Beneficiarios de Protección Internacional, puesto en marcha por la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios con el apoyo del Ministerio de Empleo y Seguridad Social.
La primera familia, de origen sirio y formada por cinco miembros, llegó a finales de febrero a la localidad madrileña; en marzo, el centro recibió a una familia egipcia de seis personas; en abril, a una familia marroquí de cuatro miembros; y ahora, a principios de mayo, a dos familias venezolanas de seis y cinco miembros, respectivamente, y a otra formada por cuatro personas procedentes de Georgia.
En total, ya son 30 los menores y adultos que ha acogido el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos. Todos ellos han vivido situaciones muy difíciles debido a diferentes causas de vulnerabilidad y tienen la necesidad de sentirse protegidos. Está previsto que el centro acoja a unas 60 personas durante el primer año del programa.
El equipo multidisciplinar de profesionales que ofrece una atención integral a las familias para apoyarlas en todas sus necesidades está formado por Juan Carlos Gil, coordinador del programa; Montse Gómez, trabajadora social; Elena Barbero, psicóloga; Gemma de la Guía, administrativa; y Mohamed Samadi, integrador social e intérprete.
Tres fases en 18 meses: acogida, integración y autonomía
El programa de protección internacional del Centro de San Juan de Dios de Ciempozuelos se desarrolla en tres fases (acogida, integración y autonomía) durante 18 meses. Se han establecido diferentes itinerarios de acompañamiento personalizados, orientados a la recuperación e integración social, empleando un modelo de abordaje equitativo que incluye acciones psicosociales y de salud mental e inmersión lingüística y cultural, así como escolarización de menores. Para ello, cuenta con la colaboración de las instituciones locales.
Estas primeras familias se encuentran en la fase inicial, la de acogida, en la que se pone a su disposición una vivienda que ha acondicionado el centro. En esta etapa, se les proporciona tanto asistencia psicosanitaria como legal y administrativa, con el objetivo de que puedan regularizar su situación como solicitantes de protección internacional. Además, se prestan servicios sociales, como la escolarización de los menores y el aprendizaje del idioma.
La segunda fase, la de integración, se centra en la empleabilidad de los miembros adultos, con el fin de que puedan acceder a un puesto de trabajo y al alquiler de una vivienda. Por último, en la fase de autonomía, se reforzarán las diferentes necesidades y se hará un seguimiento de la nueva vida de las personas refugiadas en el lugar de acogida, al que han llegado tras abandonar sus países de origen por miedo a ser perseguidos.