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“Al finalizar el curso-taller de Mindfulness con pacientes con enfermedades mentales graves, éstos se mostraron agradecidos por haber aprendido a mirar dentro de sí, a entender sus emociones, a tomar consciencia de sus pensamientos y de su cuerpo, a escuchar sus necesidades y a disfrutar de las cosas cotidianas”, señala Grace Cañizares, enfermera del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos (Madrid) y promotora de este proyecto. “Ahora podemos valorar mejor la utilidad de este curso-taller que llevamos a cabo hace un año. Las devoluciones que los usuarios nos hicieron han sido muy reconfortantes y nos motivan a continuar con prácticas similares”.
Esta actividad ha sido desarrollada por cuatro enfermeras y una agente de pastoral. El grupo estaba formado por 12 pacientes del área de Salud Mental. Durante las 8 semanas que duró el grupo, se compartió con los pacientes teoría y práctica muy útil para la vida cotidiana.
Pasado un año desde el primer taller de Mindfulness en el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos, “hemos tenido el tiempo suficiente para observarles y podemos decir que, en general, se han visto beneficios tras el aprendizaje de herramientas Mindfulness” explica Grace. “En varias investigaciones -continúa-, se ha observado que tras 6 o 12 meses de dejar el grupo, las personas mantienen los aprendizajes integrando algunos de ellos en su vida cotidiana. También la neurociencia nos confirma que los cambios suelen ser perdurables y, específicamente en personas con trastorno mental grave, se habla de que aumenta significativamente la calidad de vida de los pacientes”.
En opinión de Cañizares, esto es debido a que la persona aprende a aceptar mejor lo que le sucede y empieza a incluir sus propios síntomas como parte de su vida. “Sólo esto ya es un avance, pues deja de resistirse a una realidad”, explica. Por otro lado, aprende a conectar más con su cuerpo y con sus sensaciones corporales mostrándose una mejora en su autocuidado personal y de sus cuidados de salud en general. Además, aprender a nombrar las emociones, conectar con ellas y sentirlas es algo nuevo para ellos lo cual ha mejorado su capacidad de gestión de las mismas.
Es verdad que algunos de los pacientes que asistieron al mismo han sido trasladados a otras unidades e incluso ha habido algún alta, por lo que en estos casos no hemos podido realizar un seguimiento, observación o análisis del efecto de este taller en ellos; además, hay que tener en cuenta que la evolución del residente se debe a un trabajo en equipo de la Unidad de Rehabilitación y en la que cada miembro de este equipo realiza intervenciones, todas ellas, muy importantes para su favorable evolución, aunque, como señala Grace “los usuarios que formaron parte del primer grupo de Mindfulness, lo con mucho afecto, lo señalan como útil y algunos preguntan la posibilidad de volver a participar en él”.
Asimismo, la responsable del curso/taller afirma que “también el grupo de terapeutas nos sentimos beneficiadas en esta experiencia tan única, pues pudimos conocernos mejor, aprender juntos las distintas prácticas y mejorar el vínculo terapéutico, tan importante en este colectivo, por lo que el grupo mixto de pacientes y terapeutas puede ser una vía para evitar el estigma en el medio hospitalario".
En el área de salud y de salud mental específicamente, Mindfulness está siendo utilizada en personas que sufren trastornos depresivos, trastornos de personalidad, ansiedad, insomnio y, también en personas con enfermedad mental grave donde ya hay resultados positivos en las investigaciones realizadas. Se puede realizar a cualquier edad, por lo que se benefician desde niños y adolescentes hasta adultos y personas mayores.
¿Qué es Mindfulness?
La palabra Mindfulness podría ser traducida al castellano como Atención Plena o Consciencia Plena. John Kabatt Zinn que es considerado el padre del Mindfulness, lo define como la experiencia o consciencia que aparece cuando prestamos atención a algo de forma deliberada y sin juzgar.
Mindfulness engloba tres ejes: por una parte, la práctica formal de la meditación (sin connotación religiosa, simplemente practicando el sentarnos con nosotros mismos en silencio y prestando atención a lo que surge); por otra parte, nos referimos a aprender a prestar atención a lo que sucede en nuestra vida cotidiana: pensamientos, emociones, tareas… desactivando los automatismos; y, finalmente, a cultivar unas actitudes determinadas que nos ayudan a afrontar el día a día desde otro lugar (paciencia, empatía, capacidad de asombro, confianza, compasión, soltar, no juzgar…)
Grace nos recuerda que en nuestro día a día podemos prestar especial atención a lo que queramos. Por ejemplo: cuando comemos, cuando caminamos, cuando nos aseamos,.. “Realizar estas actividades de forma consciente -no automática- y con atención deliberada, es lo que permite que la mente se calme y que permanezcamos en “el presente”, evitando así que nuestra mente salte del pasado al futuro constantemente provocándonos ansiedad y estrés. Si a esto le añadimos la aceptación y el no juicio, encontramos una sensación de bienestar”, concluye.