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El 3 de diciembre es el día mundial de las personas con discapacidad y, según la base estatal de personas con discapacidad, en España hay 2.813.592 habitantes con estas dificultades, siendo el 49,88 por ciento varones y el 50,12 por ciento mujeres. De este total, un 9,11 por ciento tiene discapacidad intelectual, de acuerdo con la base de datos del Reconocimiento del Grado de Discapacidad (RGD). En el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos se atiende en la actualidad a alrededor de 1070 varones con discapacidad, de los que 462 usuarios tienen discapacidad intelectual y 20 inteligencia límite y trastornos asociados, convirtiéndose así en el dispositivo de la Comunidad de Madrid con el mayor número de plazas para atender a personas con discapacidad intelectual y problemas de conducta.
“Porque ésta es una de las señas de identidad del área de atención a personas con discapacidad intelectual del Centro San Juan de Dios” -señala Carlos de Pablo-Blanco, psicólogo y coordinador facultativo del área-, que presta atención integral y especializada a varones mayores de 18 años con discapacidad intelectual y graves trastornos de conducta que no pueden acudir a centros no específicos de trastornos de conducta ni pueden ser atendidos en su medio familiar”. Se trata, por tanto, de un segmento de la población que requiere de unos tratamientos determinados y unas terapias adaptadas a sus peculiaridades. Del total de usuarios del área de discapacidad intelectual del Centro, el 66 por ciento tiene como diagnóstico secundario trastornos de conducta, un 19,91 por ciento epilepsia, un 7,22 por ciento lesión cerebral, un 1, 75 por ciento déficit sensorial y un 5,03 por ciento algún tipo de enfermedad mental asociada.
La complejidad de estos tratamientos ha supuesto una evolución y profesionalización en los centros en constante adaptación. “En la actualidad -explica De Pablo-Blanco-, este área se compone de varias unidades donde cada residente recibe una atención integral e individualizada para conseguir el máximo desarrollo de sus competencias y posibilidades de participación social teniendo en cuenta sus características, intereses y necesidades”.
Como él mismo señala, “la intervención que se lleva a cabo con las personas con discapacidad intelectual ha de realizarse desde un enfoque biopsicosocial y desde una intervención interdisciplinar”. Se trata de un conjunto de actuaciones que aúnan estrategias de valoración y afrontamiento desde el ámbito psicológico, médico y socio ambiental. Para De Pablo-Blanco “la integración del tratamiento farmacológico y el conductual resulta fundamental y requiere de una buena comunicación y coordinación entre todos los miembros del equipo. Unas actividades educativas u ocupacionales ajustadas a las necesidades e intereses de los usuarios constituyen también un aspecto clave en la mejora de los residentes pues su desarrollo personal y social va a tener un impacto positivo fundamental en su bienestar general y en la estabilización de su comportamiento”.
Esta forma de trabajar con los residentes ha obtenido muy buenos resultados y es valorada positivamente por sus familias. En las últimas encuestas realizadas en el Centro San Juan de Dios, se obtiene un índice de satisfacción general del 81,4 por ciento y un índice de satisfacción en las familias del 99,1 por ciento. El cien por cien de las familias encuestadas responde que recomendarían el centro.
Definición y barreras
Tener discapacidad hace referencia a toda restricción o ausencia de la capacidad de realizar una actividad en la forma o dentro del margen que se considera normal para el ser humano. En concreto, la discapacidad intelectual se caracteriza por limitaciones significativas tanto en el funcionamiento intelectual como en la conducta adaptativa, esto es, dificultades para vestirse, comer, comunicarse o aprender de igual forma que los demás.
Desde el Centro San Juan de Dios se denuncian los obstáculos que las personas con discapacidad se encuentran en su día a día. Por un lado, las barreras físicas o arquitectónicas, que dificultan su libre desplazamiento y comunicación. Por otro, las barreras sociales, es decir, las actitudes o conductas que van en contra de la aceptación e inclusión de las personas con discapacidad. Y, por último, las barreras culturales. En este punto se encuentran las creencias, valores, ideas o hábitos que se transmiten y que dificultan a estas personas su oportunidad de participar plenamente en las actividades de la comunidad a la que pertenecen.
La Discapacidad en la Comunidad de Madrid
Según la Base de Datos del RGD de 2011, las personas con discapacidad representan el 4,23 por ciento del total de la población madrileña. De las 174.454 personas con discapacidad en la Comunidad Autónoma de Madrid, un total de 53.329 (30,57 por ciento) presentan discapacidad psíquica. De ellas 27.734 (52 por ciento) son personas con Discapacidad Intelectual y 25.595 (48 por ciento) padecen una enfermedad mental. Dentro específicamente de las personas con discapacidad intelectual (27.734), un 29,88% son mujeres (11.061) y un 60,12% son varones (16.673).
Para Carlos de Pablo-Blanco, en los últimos años ha habido importantes avances en la creación de plazas residenciales para personas con discapacidad y alteraciones de conducta pero “es necesario seguir aumentándolas y crear recursos intermedios de corta o media estancia tanto residenciales como ambulatorios de forma que estos usuarios una vez estabilizados puedan volver a su familia o a sus centros de origen”.
Tras su larga experiencia atendiendo a personas con discapacidad, afirma que “detrás de las cifras de las personas que están a la espera de conseguir una plaza se encuentran realidades complejas y difíciles para algunas familias que se sienten incapaces de manejar la situación o para algunos centros que se encuentran desbordados por la problemática que estas personas pueden generar tanto hacia sí mismas como hacia el entorno o hacia otros compañeros”.