Noticias
Aprender a asearse, preparar un desayuno, planchar, salir a comprar a un supermercado o usar el teléfono móvil son algunas de las actividades que realizan en el Aula Hogar. Son grupos reducidos –unos 5 o 6 usuarios- y cooperativos, con niveles de competencia similares respecto a las posibilidades de desarrollo de las diferentes tareas, divididas en dos niveles, de lo más simple a lo más complejo. El diseño de estas actividades persigue despertar el interés del usuario, para así conseguir una continuidad en lo aprendido, en casa con la familia –usuarios externos- o en la residencia asistencial del centro.
El Aula Hogar cuenta con las instalaciones de una verdadera casa: hall de entrada, cocina, salón comedor, dormitorio y cuarto de baño. En ella, los alumnos practican las actividades cotidianas en los talleres de aseo, desayunos o cocina. Desde hacer un zumo hasta usar internet a través de un blog propio, la meta final es dotar de las herramientas necesarias para hacer al usuario lo más competente y autónomo posible en su vida.
La responsable del proyecto, Marisa Cacho, profesora y pedagoga, defiende la gran eficiencia de este Aula Hogar –por la que pasan cada día unos veinte alumnos y que lleva funcionando cuatro años-, y la asistencia integral que estas personas con discapacidad intelectual reciben. Para Marisa Cacho, el paso por el Aula está logrando que “los usuarios disminuyan su nivel de dependencia y, al mismo tiempo, adquieran conciencia de cómo son capaces de realizar quehaceres en su vida diaria que antes no podían, lo que fomenta notablemente su autoestima”. De hecho, algunos usuarios adquieren las destrezas necesarias y bajo la supervisión de un tutor, pasan los fines de semana en un piso de Alcalá.