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Nuria y Laura están ingresadas en el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos, en unidades muy diferentes, pero ambas tienen en común el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), una patología en aumento entre los más jóvenes. Como señala Juan Jesús Muñoz, psicólogo clínico y coordinador facultativo del área de Salud Mental del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos, “tras la experiencia en el abordaje del trastorno mental grave, se ha observado un cambio en los perfiles de ingreso, remitiendo las afecciones relacionadas con la psicosis e incrementándose la frecuencia de ingresos de trastornos de la personalidad (con rasgos inmaduros de la personalidad), siendo el de mayor incidencia el TLP.
La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, desde su origen hace 500 años, ha sido muy sensible a la salud mental de la población, teniendo sólo en Madrid dos centros especializados: el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos y la Clínica Nuestra Señora de La Paz, de los 21 dispositivos que existen en España. Como señala el director médico de ambos centros, Álvaro Pico, en total en estos centros se atiende a más de 6.000 personas distribuidas en: 1.398 plazas en Hospitalización y 90 plazas en Hospitales de día. Además, según datos de 2023, en estos centros se reciben más de 2.000 urgencias, se realizan alrededor de 4.950 consultas externas y 1.242 ingresos, llegando en el último año a cerca de 489.000 estancias hospitalarias.
Nuria lleva ingresada en la Unidad de Rehabilitación y Retorno a la Comunidad (URRC) año y medio y siente que se ha convertido en otra persona. “Me siento realizada, más independiente, y he mejorado mucho mi escucha a los demás y los consejos que me dan”. En esto coincide su hermana Miriam, quien asegura que su hermana no tiene nada que ver con la Nuria que había conocido hasta ahora.
Ambas destacan lo que le han ayudado todos los profesionales de la Unidad. “Se implican mucho más que en otros centros en los que he estado – explica Nuria-, te saben escuchar para intentar llegar a una solución ante los problemas que me puedan surgir”. “Me siento muy agradecida porque aquí me han brindado el apoyo que necesito y me han ayudado a conocerme más”, añade.
Su psicóloga clínica, Noelia Pérez, observa un claro avance en Nuria. “Durante este tiempo ha podido establecer un buen vínculo con el equipo y beneficiarse de terapias grupales e individuales en el marco interdisciplinar de la URRC, lo que le ha permito ir ordenando/armonizando todos los ámbitos de su vida, aprender a manejar sus síntomas/episodios de desregulación emocional y establecer una relación más saludable tanto consigo misma como con su entorno”.
“Aunque es un proceso de larga duración -explica-, ahora se puede plantear objetivos personales orientados a su plena integración en un entorno comunitario”, siendo éste el objetivo final del trabajo en el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos.
Nacimiento de la URRC
El debut de trastornos como el de Nuria surge a finales de la adolescencia y principio de la etapa adulta, considerando, por tanto, necesaria la intervención intensiva en estadios lo más tempranos posibles; de cara a evitar la cronificación no solo de los trastornos, sino de, simplemente, la sintomatología o signos asociados.
Es en este contexto cuando, hace poco más de tres años, el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos fue la primera de las dos Unidades licitadas por la Oficina Regional de Salud Mental y Adicciones de la Comunidad de Madrid. Tras la adjudicación del dispositivo; se consideró idóneo completar o complementar el aparente vacío de recursos adaptados y preparados para esta problemática emergente. En la práctica, aunque existen recursos en la Comunidad de Madrid (ambulatorios, hospitalización parcial, etc.), en muchos casos, se quedan “cortos” en términos temporales o simplemente no pueden cubrir con recursos realistas, las verdaderas necesidades de este tipo de casos, de ahí el nacimiento de estos dispositivos.
En el poco tiempo de vida de este dispositivo, se ha atendido a más de 60 personas. Partiendo de estas premisas, Juan Jesús Muñoz planteó la posibilidad de orientar la URRC hacia ese “vacío asistencial”. “Hablamos de un recurso de hospitalización, pero con el claro objetivo de trabajar hacia el retorno comunitario con garantías de no reingresar”. A esto, añade que ya se están produciendo las primeras altas en los tiempos que se pronosticaron como óptimos. Esto está sucediendo en casos que, o tenían una trayectoria que suponía una cronificación de las patologías de base, derivando en internamientos de muchos años de duración; o en los nuevos ingresos de pacientes muy jóvenes (muchos entre 18 y 30 años), promoviendo una reintegración de garantías en la sociedad.
Abordaje personalizado
Laura tiene una historia vital muy diferente a la de Nuria. Ella, con un futuro estudiando medicina y una vida estable, se encontró tocando fondo hace ya varios años. A su TLP se le añadía el consumo de sustancias que hicieron que su vida estuviera en la cuerda floja.
En el Centro San Juan de Dios, tras el estudio personalizado y desde un enfoque multidisciplinar de su caso, decidieron tratar primero su peso –el consumo le hizo llegar a pesar 24 kilos- con un ingreso en la Unidad de Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), dispositivo de media estancia en el que Laura lleva poco más de siete meses y donde ya está viendo muy cerca el final de su tratamiento y su posterior salida para hacer una vida normal.
Como ella misma destaca “aquí somos una pequeña familia, con profesionales muy involucrados y donde me han enseñado a manejar mis emociones, ser menos impulsiva y conseguir parar ante los problemas para buscar la mejor solución”.
Esta unidad nació el 30 noviembre de 2019, día internacional de la lucha contra los trastornos de la alimentación, como la primera de media estancia de España. Como explica Pedro Fernández de Velasco, enfermero y coordinador de Enfermería de la Unidad, “desde la Comunidad de Madrid se observó que este tipo de pacientes necesitaban una atención mucho más concreta, con tratamientos muy específicos centrados en la alimentación prioritariamente, que no tenían nada que ver con otras patologías psiquiátricas”.
“Los pacientes con TCA –añade Fernández de Velasco- demandan unas terapias concretas de difícil convivencia con otros trastornos mentales que nada tienen que ver con los trastornos de la conducta alimentaria”.
Día Mundial de la Salud Mental
En el Día Mundial de la Salud Mental, tanto Nuria como Laura quieren contar su caso para sensibilizar a la población sobre la necesidad de normalizar un trastorno que nos puede aparecer a cualquiera.
Nuria es clara. “Todos somos iguales, no hay que juzgar porque valemos mucho y tenemos un gran corazón. Pasar por tantos problemas nos ayuda a hacernos más fuertes”. Se define como una persona alegre, dulce, simpática, bohemia e inteligente, pero también muy sensible, lo que le hace sufrir en muchas ocasiones. Ahora ya se ve con un futuro, quiere ser chef y poder vivir fuera del Centro.
Este último objetivo también es el que busca Laura. Ella no ha sentido tanto el rechazo de su entorno, pero sí ha vivido cómo el estigma que existe en torno a salud mental hacía que esto fuera un secreto. “Mejor no lo cuentes”, le decían, “que nadie lo sepa”. Pero ella es fuerte y sabía que contarlo era el primer paso para superarlo.
En un futuro no se plantea grandes retos, sólo quiere seguir viviendo. “Quiero seguir escribiendo mi historia”.